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jueves, 7 de mayo de 2015

La vida.

Por más que quieras: Tú siempre serás tú; con tus más, con tus menos. Con tus virtudes y con tus defectos... Y con tu pasado, sí, con tu pasado también. La cuestión es si quieres sentirte avergonzada de todo lo que hiciste mal en el pasado y todos los errores que cometiste o si prefieres hacerles frente; plantarles cara y convertir lo negativo en positivo, como en las fotos antiguas de cámaras analógicas de carrete.
Y es que, a veces la vida es como la fotografía, de tal manera que para poder ver lo positivo tienes que mirar a contraluz todo aquello que es negativo y, quizás de esa manera consigas encontrar algo de luz dentro de tanta oscuridad.

La vida es corta y nadie dijo que fuera fácil. Por lo tanto, no podemos estar continuamente huyendo de nosotros mismos ni de nuestros problemas ya que en algún momento, cuando menos nos lo esperemos, vamos a encontrarnos con nosotros mismos. Sí, y vamos a encontrarnos solos y sin nadie que pueda ayudarnos. Si seguimos echándonos basura encima y recuerdos negativos que solo abren antiguas heridas ya "curadas", probablemente no podremos seguir adelante y continuar nuestro camino pues, a veces, tenemos que afrontar todo aquello que nos duele para poder pasar página; tenemos que aceptar la realidad tal como es. Tenemos que jugárnosla y afrontarlo todo para cerrar el libro... sinceramente, desde mi humilde opinión, pienso que, en ocasiones, es mejor cerrar el libro y empezar uno nuevo desde el principio para que el pasado no influya en el presente de ningún modo.

Es así como concibo la vida: como un libro en blanco en el que vamos escribiendo nuestra biografía y sí, claro que habrá páginas que querremos arrancar y tirar o quemar pero ¿para qué? ¿No pensáis que es mejor subrayarla? Puede que sea mejor ponerle un bonito marca páginas a esas hojas que describan momentos terribles dentro de nuestra biografía para que nos recuerde, cada día, que lo superamos y que conseguimos seguir adelante a pesar de las piedras con las que nos tropezamos, a pesar de las espinas que nos clavamos continuamente en los pies y que nos hieren y se nos infectan.

Claro que quedarán cicatrices de esas espinas y de los tropiezos y caídas al suelo nos sollaremos las rodillas... y de las veces que nos caeremos en los socavones que nos encontraremos y que harán que nos hundamos. Claro que sí, quedarán heridas porque en eso consiste vivir; en pisar las rosas del camino y herirte con sus espinas y, después, pararte un tiempo a curarlas para poder seguir caminando.



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